Francisco Suniaga es, sin duda, uno de los narradores venezolanos más importantes del presente siglo. Nacido en La Asunción, Nueva Esparta, construyó un camino intelectual marcado por la docencia, el derecho y la política internacional, antes de irrumpir en la literatura con una fuerza inesperada. Sus novelas —donde la historia reciente del país se entrelaza con las tensiones de la vida insular— lo han convertido en una voz imprescindible para comprender la venezolanidad contemporánea.
Su trayectoria revela un tránsito particular: de abogado y profesor universitario a escritor tardío, que a los cincuenta años publicó su primera novela. Desde entonces, Suniaga se ha consolidado como referencia de la narrativa nacional, con un estilo preciso, de imágenes contundentes y con un fuerte trasfondo histórico.
Formación académica y primeros años
La vida de Suniaga comenzó en la Isla de Margarita, donde cursó la primaria y secundaria hasta obtener el título de bachiller en Ciencias en el Liceo Francisco Antonio Rísquez. El joven estudiante se trasladó luego a la capital venezolana, donde ingresó al Instituto Pedagógico de Caracas, obteniendo el título de Profesor. Posteriormente, amplió su horizonte académico con la carrera de Derecho en la Universidad Santa María.
Su interés por comprender las relaciones de poder en el ámbito global lo llevó a profundizar en estudios de posgrado: se especializó en Derecho y Política Internacional en la Universidad Central de Venezuela y más tarde cursó un Master of International Affairs en la Universidad de Columbia, en Nueva York.
Durante su carrera profesional ejerció como abogado en empresas privadas y como funcionario en una misión de la Organización de las Naciones Unidas en Timor Oriental. También desarrolló una destacada labor académica como profesor en la Universidad Central de Venezuela, la Universidad Metropolitana y la Universidad Santa María.
En entrevista con El Impulso, Suniaga relató cómo su vocación no fue un camino recto. Al culminar sus estudios en el Pedagógico, se dedicó a dar clases, pero pronto descubrió que aquello no era lo suyo:
«El primer día que di clases en el liceo supe que no iba a ser lo mío y me dije: ‘»hora qué estudio. Qué hago. Bueno voy a estudiar de noche algo». Opté por el Derecho porque era la única carrera que se estudiaba de noche en la universidad que quedaba más cerca de donde yo vivía» (El Impulso).
Casado desde joven, padre de tres hijos, Suniaga encontró en la vida familiar y en la docencia un equilibrio que más tarde se vería reflejado en la disciplina de su escritura.
De articulista a novelista
Antes de entrar de lleno en la narrativa, Suniaga se consolidó como articulista en el área de política internacional. Colaboró con medios como Economía Hoy, El Nacional y El Universal, además del portal digital Prodavinci, donde inauguró la sección “Pregúntale a…” en la que respondía directamente a inquietudes de los lectores.
Entre 2004 y 2007 dirigió la revista Exxito, un espacio editorial que le permitió acercarse al periodismo cultural y político desde la perspectiva de la edición y el análisis.
La literatura, sin embargo, lo esperaba. Aunque desde niño escribía —«siempre escribí. Desde que era niño agarraba un cuaderno y me ponía a escribir» (El Impulso)—, no pensaba en dedicarse a la ficción de manera profesional. Fue recién a los cincuenta años cuando venció la timidez de presentarse ante un editor con un manuscrito.
En Prodavinci, relató el proceso de publicación de La otra isla:
«Después de vencer la timidez de presentarme con cincuenta años y una novela ante un editor, lo demás fue esperar pacientemente a que se decidiera a publicarla. Estoy convencido de que si escribes algo bueno, alguien va a leer tu manuscrito y te va a publicar» (Prodavinci).
Margarita: escenario y símbolo
La Isla de Margarita, lugar de su infancia y juventud, se convirtió en el escenario central de gran parte de su obra. Con excepción de El pasajero de Truman, todas sus novelas transcurren en esa geografía marcada por el contraste entre la belleza natural y las tensiones sociales.
En entrevista con Viceversa, Suniaga explicó que Margarita es mucho más que un simple escenario:
«Margarita no es distinta de muchos otros lugares, es la síntesis de las vivencias de cualquier comunidad. El escritor narra la experiencia humana que se desarrolla en esos contextos» (Mariza Bafile, Viceversa).
En sus páginas, la isla aparece como metáfora de un país que pasó de la marginación al turismo internacional y de allí al deterioro actual. Sus personajes —abogados, pescadores, políticos, mujeres atrapadas en la incertidumbre social— son figuras que encarnan la crisis venezolana y al mismo tiempo la universalidad de la condición humana.
El éxito de El pasajero de Truman
Si La otra isla (2005) le dio notoriedad, fue El pasajero de Truman (2008) la obra que lo consagró. Publicada por Random House Mondadori, se convirtió en la novela venezolana más vendida en lo que va de siglo, agotando en meses su primera edición de seis mil ejemplares.
La novela reconstruye la historia de Diógenes Escalante, diplomático llamado a ser presidente en 1945 y cuya repentina enfermedad mental truncó la transición democrática del país. Suniaga convirtió ese episodio en un relato fascinante sobre la fragilidad de los proyectos políticos y el peso del azar en la historia.
El propio autor confesó a Viceversa que esa obsesión nació en su infancia, cuando su padre le relató lo ocurrido con Escalante. Desde entonces, guardó la convicción de que algún día debía narrar ese episodio clave de la historia venezolana. El éxito del libro, además de su impacto literario, apuntaló la figura de Suniaga como escritor comprometido con la memoria histórica.
Una escritura marcada por la realidad
La narrativa de Suniaga se caracteriza por su capacidad de condensar imágenes y situaciones en un lenguaje directo y preciso. Él mismo ha explicado que sus novelas parten de una idea central que resume su esencia:
- La otra isla: la locura;
- El pasajero de Truman: el poder;
- Esta gente: la opresión;
- Adiós Miss Venezuela: la estética.
Este ejercicio de síntesis revela una escritura pensada, que busca siempre un núcleo temático para desplegar sus personajes y conflictos. Su estilo bebe de lecturas variadas: desde los grandes latinoamericanos como García Márquez, hasta autores anglosajones como Paul Auster e Ian McEwan. No obstante, en sus entrevistas insiste en que la literatura nace del contacto con la realidad inmediata:
«La nuez de la creación de cada escritor depende de cuán acertada sea la percepción de la realidad que lo rodea y de la gente que está dentro de esa realidad» (Viceversa).
En este sentido, Suniaga no da la espalda a la crisis venezolana. Para él, la literatura debe registrar las conductas sociales que hicieron posible el presente del país, incluso cuando la realidad resulta dolorosa o paralizante.
Entre el oficio y el destino
Suniaga no se define como un escritor vocacional. De hecho, ha reiterado en varias entrevistas que nunca pensó dedicarse a la literatura como profesión. Sin embargo, el destino lo alcanzó. En palabras dadas a Viceversa:
«Quizás durante toda mi vida adulta había estado huyendo de ese destino, pero los destinos son inapelables y se cumplen no obstante lo que tú hagas y desees» (Mariza Bafile, Viceversa).
Hoy, con seis novelas publicadas, traducciones al francés y alemán, y una sólida presencia en el debate cultural, Suniaga es referencia obligada de la narrativa venezolana contemporánea.
Legado y vigencia
Más allá de su éxito editorial, lo que distingue a Francisco Suniaga es la manera en que su obra dialoga con la historia y la identidad nacional. La Isla de Margarita, su escenario recurrente, es un laboratorio de la venezolanidad. En ese contexto, Escalante —su personaje histórico más célebre— es un símbolo de los destinos truncados de un país atrapado entre la esperanza y el autoritarismo.
Además de ser ficciones exquisitamente enarboladas, sus novelas son reflexiones críticas sobre el poder, la memoria y el fracaso de los proyectos democráticos. En un país marcado por la crisis, su escritura se erige como testimonio y advertencia. Con El pacificador (2024), su más reciente obra, Suniaga confirma que su voz literaria sigue vigente, atenta a los dilemas del presente y a las tensiones que moldean la sociedad venezolana.
El autor y su inevitable destino
Francisco Suniaga ha construido, en poco menos de dos décadas, una obra que combina la lucidez del jurista, la paciencia del profesor y la sensibilidad del narrador. Su tránsito de abogado a escritor tardío evidencia que la literatura no es un oficio reservado para la juventud, no, él la ha vivido como una vocación que emerge con la experiencia y la madurez.
Desde la Isla de Margarita hasta Nueva York, desde el litigio y la prensa hasta la ficción, su vida ha estado marcada por la observación crítica y por la necesidad de contar. En sus propias palabras:
«Nunca me planteé como proyecto de vida ser escritor… pero los destinos son inapelables» (Viceversa).
Y ese destino, asumido a plenitud, lo ha convertido en una de las voces narrativas más relevantes de Venezuela.
2 comentarios en “Un acercamiento a la obra de Francisco Suniaga”
Otra de las bibliografías que también me gustó es la del amigo Fco Suniaga, ahora fue cuando tuve tiempo de leer todas estas cosas
maravillosas que hace Juan, quien no para, se acuesta pensando y se levanta pensando. A Suniaga y Arnoldo hay que agradecerle por ese «dolor de Patria» que transmiten en su literatura. Qué bueno son paisanos. Dios los cuide, donde quiera que se encuentren.
Gracias, Juan por esta nota tan generosa sobre mi obra. Me quedé con las ganas de seguir hablando contigo desde la última feria del libro celebrada en Margarita. Veo que estás en Argentina (yo, en España), esperemos que algún día (más temprano que tarde) vuelvan las ferias, y nosotros también. Mientras tanto, recibe un abrazo.